bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

domingo, 23 de septiembre de 2012

De los mas baratos placeres

He estado bastante tiempo pensando el título que le pondría a este artículo. El primero que se me ocurrió es el renombrado y cursi: “Aquellos pequeños placeres”. Pero como lo que voy a contar no me parece un pequeño placer, lo descarté. El título tendría que ser algo relacionado con la actualidad, y que hay más actual que todo buscamos algo económico, a poder ser una ganga. ¡Que ya está bien con los recortes!



Si es barato y produce placer. ¿Que más se puede pedir? ¿A que ya están pensando en alguna cosita? Claro como dice el refrán: “Blanco y en botella”. ¡Pues nooooooooo! Aquí se equivocan. Por cierto desde que se inventó el refrán la pobre leche se ha acomodado a tanto espacios que el dicho ya esta caduco. Recuerdo que la primera leche envasada en cartón venía vaciada en un tetraedro. ¡Je, je! ¡Como se nota que soy de dibujo! Bueno para que se entere todo el mundo, que su envase tenía forma de pirámide. Pero dejemos el tema. ¡Leches!. Que no era de este líquido blanquecino del que yo quería hablar.

Yo quería sugerir simplemente un paseo en bicicleta. Pero sobre todo tempranito y en domingo. Sabéis el placer que puede proporcionar beberte las calles tu solito. Casi sin coches, circular por decenas de calles otros días intransitables. Hace un rato acabo de hacerlo, siempre, siempre con mi cámara de foto a cuesta. Captando los diferentes matices del día, y aunque yo pueda tener ventaja, porque este paseo lo que dado al ladito del mar, aquí en Cádiz, en casi todos los lugares hay sitios bellos.

Si no está el mar, hay un río, tal vez la sierra o un sendero entrañable. En mi recorrido descubrí como unos obreros poco a poco iban alargando un inmenso puente, unos serenos pescadores, miles de olas manifestándose, gentes felices paseando, ciudadanos haciendo cola para comprar unos churritos que luego lo combinarán con el bendito café con leche. En mi viaje charlé con agradables vendedoras callejeras de periódicos, crucé el barrio de la Viña con su nostalgia carnaval era, rodé entre olas hasta llegar al faro de Cádiz. También vi a un curioso señor paseando a sus dos perros, uno a la derecha y otro a la izquierda, y llevando delante de su pecho un carrito con la bandera de España en el que destacaba un letrero: “Yo también compro en la plaza grande”. No me digan que no tiene magia la vueltecita.



¿Quién dice que esto no es un placer? Y no demasiado caro, porque al fin de cuenta muchas son las personas que tienen una bicicleta. Ese objeto que no contamina y da vida, en forma de salud. Incluso a veces en periódicos como el Cambalache las regalan. Yo conozco amigos que por falta de espacio las han dado. Si, para llenar ese lugar con una lavadora enorme, o un congelador inmenso o tantas cosas inmóviles que nos hacen paralíticos. O lo más absurdo aún, cambiar una bici con rueda, por otra manca, de esas sositas del salón o del gimnasio, que no tienen alma, ni vida, porque son ciega y siempre son redundantes en el mismo lugar.

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