bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

domingo, 31 de enero de 2010

el caballito


Pio Baroja, solía decir: “Soy distraído, por estar abstraído”. Eso es precisamente lo que me pasa a mí, que estoy siempre pensando en otra cosa mientras hago algo.
El otro día decidí dar un limpiadillo al coche, porque con esto de las lluvias pasadas, no veas la de barro que tenía la alfombrilla. Pues bien, me dirigí a la gasolinera con esta intención. Ya que estaba allí se me ocurrió echar algo de combustible. Me acerqué al primer surtido, y me di cuenta que la entrada del combustible quedaba al otro lado de este. Me volví a cambiar de surtidor y otra vez me pasó lo mismo. Hasta tres intentos tuve que hacer hasta conseguir posicionar la entrada del combustible del coche con la situación de la manguera.
Después me marché a limpiar el interior del coche. Realicé mi tarea y me puse en marcha con destino a Sevilla.
A los pocos minutos noté como el coche no funcionaba del todo bien. Y ahora comencé a preguntarme qué tipo de combustible había echado. El coche cada vez iba dando más trompicones. Y yo meditando si había echado gasolina o gasoil en el depósito.
Repasé una y otra vez en mi memoria, el momento en que hice tal tarea. Pero aún no he conseguido recordar claramente que tipo de energía derrame sobre el motor. Lo único que sé es que a partir de ahora no me hace falta una moto para hacer el caballito.

domingo, 24 de enero de 2010

Que difícil perderlos


Durante las navidades uno se abandona al placer de digerir. Que si los turrones, los mantecados, los alfajores y todas esas cosas maravillosas que procuramos evitar el resto del año, por culpa de la gordura. Claro, uno coge sus costumbres, a lo bueno uno siempre se acostumbra, otra cosa es al pico y a la pala.
Te comes un turroncito y te dices, bueno ya perderé estos kilitos cuando pasen los reyes. Y pasan los reyes, y sigues dándote pequeñas treguas. Piensas:”Mañana solo verdura o piña natural”. Pero te sacias de verdura y como aún te quedan turrones de las navidades, termina tomando de postre el dichoso turroncito, que aún me queda de las pasadas fiestas. Y como está la cosa no es cuestión de tirarlo. ¡Y venga para dentro!
Mira yo antes de navidades había perdido 10 kilos. Fui a la endocrina y me dijo que como había perdido tanto en tan poco tiempo, que no siguiera adelgazando por ahora. El peor consejo que te pueden dar, y así estoy con 4 kilos de más y sin freno. El otro día me planteé que debía tomarte el problema en serio, que necesitaba tomar una decisión rotunda.
Si la tomé. Dejé de ir a la consulta de la endocrina, no vaya a ser que me ponga la cara colorada de vergüenza.

domingo, 17 de enero de 2010

apadrinar


Últimamente se apadrina todo tipo de seres y cosas. Desde un niño, hasta un cuadro. Una tortuga, un elefante, un edificio, etc. Yo ayer apadriné un árbol. Y dirán ustedes. ¿Esto en qué consiste?
Todo comenzó por un artículo que en estas pasadas navidades apareció en “El correo de Andalucía”. Una organización ecológica te ofrecía la oportunidad de sembrar un árbol frutal, yo en concreto sembré un cerezo, es el que me parece más estético.
Pues bien, ayer bastante temprano me dirigí a la finca que posee esta asociación. Unos chavales y chavalas muy simpáticas nos recibieron con un agradable desayuno, a base de tarta de manzana ecológica. Seríamos unas 60 personas y tras el sabroso desayuno, nos enseñaron como plantar un árbol, algo no demasiado difícil pero que tiene su truco. Después cada uno decidió el árbol que deseaba plantar. Había ciruelos, manzanos, etc. Y nos pusimos a la tarea. Después de terminar nuestra labor nos hicieron una foto junto al árbol plantado. A medida que vaya pasando el tiempo recibiremos una foto de cómo avanza nuestro retoño. No sé si esto será práctico o no, pero al menos fue divertido, además de saludable. Ahora lo que si se es que por muchas cartas que le mande a mi arbolito, me temo que no voy a tener respuesta.
Por cierto, aquí os dejo la dirección de la página web de la asociación, por si alguno se anima a repoblar nuestros maltratados campos.
ECOGRANJA

domingo, 10 de enero de 2010

el tiempo de los propósitos


Principio de año, tiempo de buenos propósitos. Los dos más usuales suelen ser intentar adelgazar y dejar de fumar.
Después del atracón de comida de estas pasadas fiestas, el que más o el que menos ha engordado un par de kilos. Y fíjate que ahora tenemos que subir la cuesta de enero y todos con las barrigas llenas. ¡Ay que sofoco!
Después viene lo dejar de fumar, aunque para eso vamos a tener ayuda gubernamental. Dentro de muy poco no se podrá fumar en ningún sitio cerrado, supongo que público, porque cualquier día te impiden fumar en la cocina de tu casa. Porque eso de prohibir se está poniendo de moda.
Yo por mi empezaría por prohibir las balas, los maltratos, las ofensas, los especuladores, los pesimistas, los aburridos, los “buenas gentes”, los criticones. Pero como esto es imposible pues nos conformaremos con hacer abdominales y morirnos de frío en la calle mientras fumamos un cigarrito.
Ah por cierto, también conozco a gente, que hace malos propósitos para principio de año. Yo tenía una amiga que cada vez que se iniciaban estos días se proponía ser aún más mala. Por lo visto, tenía una visión de sí misma cercana a la santidad. Pensaba que malgastaba su vida derrochando bondad. Espero nunca saber si consigue su propósito.

martes, 5 de enero de 2010

una de pastorcitos


Tres veces, cuando era pequeño, intenté salir en la cabalgata de reyes mayos. Dos vestido de pastorcito, la otra de paje del rey Melchor. En las dos primeras conseguí mi objetivo de recorrer las calles de Lora. Ataviado como un antiguo pastor, con mi piel de cordero colgada al hombro, repartí caramelos a diestro y siniestro.
Pero la vez que me vistieron de paje en esa no llegué a buen puerto. Mi familia había acordado que haría el recorrido montado en la carroza del primer rey. Durante todo la tarde me fueron vistiendo con la ropa adecuada a la ocasión, e incluso me hicieron una foto, que durante años permaneció colgada en la cocina de mi tía.
Cuando me llevaron al lugar de la salida, yo al ver aquel rey imponente con su enorme barba blanca, sentí miedo. Un miedo atroz e irresistible que me recorría por todo el cuerpo y me impedía montar en la mágica carroza. Lo reconozco a mí los reyes siempre me dieron miedo. Son gente extraña, ajenos al mundo cotidiano y sin tarea conocida. Mira la verdad, prefiero ser pastorcito y rodearme de gentes normales, que ser guardián de un ser majestuoso, que mira siempre a los demás desde arriba.
Como al final conseguí mi objetivo de no salir con su majestad, no me quedó más remedio que compartí mis caramelos con los chiquillos de la calle. Ni cortó ni perezoso me puse a la tarea. Yo con mi disfraz, tras de mi decenas de niños recogiendo los caramelos. En ese momento pude comprender al flautista de Hamelín.

Dibuja con perspectiva

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